La ansiedad es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones que percibimos como amenazantes. Sin embargo, cuando se vuelve crónica o desproporcionada, puede afectar significativamente nuestra calidad de vida.

Si este es tu caso, sería recomendable que pudieses acudir a la consulta de un profesional de la psicología para que pueda ayudarte a mejorar la problemática.

¿Qué encontrarás en la consulta del psicólogo o psicóloga?

En psicoterapia no solo conversamos

Existe la creencia popular de que acudir al psicólogo únicamente consiste en asistir, contar lo que nos sucede y hablar sobre ello hasta para que éste nos de consejos sobre cómo afrontarlo y así solucionar lo que nos ocurre.

Lo cierto es que, la realidad en la consulta es muy diferente. No solo es necesario que puedas expresar con sinceridad y a tu ritmo lo que te está sucediendo, sino que el psicólogo o psicóloga deberá realizar una evaluación muy precisa de ello. Tras esto, las sesiones no solo consisten en conversar, reflexionar y dar consejos, sino que se acordarán objetivos específicos y estrategias adecuadas para conseguirlos, las cuales han sido probadas científicamente para las diferentes problemáticas a atender.

En concreto, para las problemáticas de ansiedad, serán necesarias las llamadas técnicas de exposición.

Técnicas para la ansiedad

Técnicas de exposición

Las técnicas de exposición consisten en afrontar, de forma sistemática, situaciones temidas (p.ej., coger el metro, hablar en público, comer alimentos “prohibidos”…) o estímulos internos temidos (p.ej., sensación de desmayarse, miedo a tener una enfermedad, obsesiones…) que generan ansiedad u otras emociones desagradables (asco, ira) y/o provocan el impulso de realizar una acción determinada (p.ej., lavarse las manos compulsivamente, vomitar, beber…).

Junto con el psicólogo, se diseñan y acuerdan los ejercicios de exposición de forma individualizada, es decir, específicos para el caso de cada persona en concreto. Y se pautan de forma gradual.

  1. Exposición en vivo: exponerse a situaciones temidas reales en la vida diaria; por ejemplo, sitios altos, transportes públicos, extracción de sangre,…
  2. Exposición en imaginación: imaginar que se están afrontando las situaciones problemáticas y/o que se experimentan los estímulos internos que generan ansiedad; por ejemplo, recordar con detalle una experiencia traumática, revivir una pesadilla o reproducir preocupaciones o pensamientos obsesivos.
  3. Exposición interoceptiva: exponerse a las sensaciones corporales que se temen (p.ej., mareo, taquicardia),para ello, se provocan a través de diversos medios; por ejemplo, hiperventilar, retener la respiración, correr sin desplazarse del sitio…
  4. Exposición mediante ayudas audiovisuales: se utilizan habitualmente para complementar las otras modalidades de exposición. Por ejemplo, una persona con fobia a la sangre podría ver un vídeo sobre una extracción o una persona con fobia a los petardos escuchar un CD con sonidos grabados y, a la vez, imaginarse que está en la situación real. Asimismo, un paciente puede grabar sus obsesiones en un CD y escuchar la pista repetidamente a través de auriculares.

¿Solo/a ante el peligro?

Como supondrás, realizar exposiciones no es un proceso agradable y puede generar rechazo y dar miedo. Es por ello que, para facilitar afrontar esta tarea, se suelen aprender también técnicas de respiración y/o relajación, autoinstrucciones, reestructuración cognitiva o entrenamiento en habilidades sociales.

De esta forma, puedes afrontar situaciones temidas con mayor sensación de autoeficacia, seguridad y decisión.

Si sientes que necesitas ayuda y te sientes preparado o preparada para afrontar un proceso de psicoterapia, no dudes en consultar.

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