Si no nos funciona, ¿por qué repetimos?
«No voy a apuntarme al gimnasio; acabaré pagando para no ir, como siempre»
«Aprender idiomas no se me da bien. Ya lo he intentado con el inglés y siempre lo acabo dejando, así que me pasará igual…»
Quizá te resulten familiares estas afirmaciones, bien porque se las has escuchado a alguien de tu entorno, o bien porque es algo que has aprendido sobre ti mismo.
Puede que tengamos la sensación de que, tras haber intentado en varias ocasiones generar un hábito y no haberlo conseguido, esa actividad «no es para nosotros». Realmente, nada es tan simple y, por lo tanto, ese es un aprendizaje poco adaptativo; no se corresponde con la complejidad de las situaciones, y ahora veremos por qué.
Pensamiento distorsionado
«Real es lo que un número suficiente de personas han definido como tal»
Teniendo en cuenta esto, es evidente que el concepto de «realidad» puede ponerse en duda, y que la realidad de cada uno implica subjetividad, ya que la experimentamos e interpretamos filtrándola a través de nuestras creencias.
Aun así, nos referimos a una realidad objetiva cuando encontramos algo que «existe de una forma con independencia de la propia manera de pensar o de sentir que pueda tener cualquier sujeto que lo observe o considere».
Por ejemplo: observar un folio en blanco y que, por lo tanto, cualquiera que lo observe pueda afirmar que no hay un árbol verde y marrón dibujado en él.
Es por ello que, cuando no consideramos la realidad objetiva, hablamos de «pensamiento distorsionado», y hay muchas maneras mediante las cuales distorsionamos la realidad.
En las afirmaciones con las que hemos iniciado esta entrada de blog encontramos algunas distorsiones que veremos a continuación.
Pensamiento blanco-negro
Percibir las cosas en términos extremos, sin términos medios:
«Aprender idiomas no se me da bien. Ya lo he intentado con el inglés y siempre lo acabo dejando, así que me pasará igual…»
En este caso, concebimos que aprender idiomas se me puede dar bien o se me puede dar mal, sin tener en cuenta la escala de grises que supondrían todas las variables que influyen en mi desempeño a la hora de aprender un nuevo idioma:
¿es un idioma muy distinto al mío o a otros que ya he aprendido?, ¿de qué forma me he planteado comenzar a aprenderlo?, ¿qué recursos estoy utilizando?, ¿qué momento del día o en qué momentos de la semana me estoy proponiendo ponerme a ello?, ¿en qué me baso para evaluar si se me da bien o mal?, y un larguísimo etc.
Sobregeneralización
Tendencia a creer que si algo ha ocurrido alguna vez, ocurrirá otras muchas veces:
«Aprender idiomas no se me da bien. Ya lo he intentado con el inglés y siempre lo acabo dejando, así que me pasará igual…«
En este caso, nos basamos en una experiencia previa para extraer consecuencias generales sobre experiencias futuras. Decimos que esto es un pensamiento distorsionado porque hay tantas variables que interactúan que es prácticamente imposible encontrarnos con dos situaciones exactamente iguales, a no ser que estemos intentando replicar un experimento científico… Por lo tanto, no podemos saber si lo que creemos que pasará, efectivamente sucederá de esa manera.
Repetir estrategias fallidas
Solemos pensar así porque tendemos a enfrentarnos a las situaciones repitiendo estrategias, aunque las situaciones difieran entre sí.
Si ya has intentado asistir al gimnasio en otras ocasiones y no lo has conseguido… O si ya has intentado aprender idiomas satisfactoriamente en otras ocasiones y tampoco lo has conseguido, probablemente creas que «Como lo he intentado otras veces y no me ha funcionado, será que el problema soy yo». Pero quizá una posible explicación más «realista» sea que has intentado hacerlo utilizando estrategias que no te funcionan una y otra vez.
Es por ello que tiendes entonces a pensar en blanco-negro o a sobregeneralizar en tu diálogo interno, siendo este diálogo poco favorecedor para que te propongas modificar tu forma de abordar aquello que quieres conseguir, ya que estarás interpretando la realidad de forma distorsionada y reduccionista.
Intentar acercarte a esa realidad más objetiva te ayudará a adaptar tus estrategias de afrontamiento para aumentar la probabilidad de conseguir lo que te propones.
En caso de que lo intentes y encuentres dificultades, siempre puedes consultar con un profesional de la psicología.