¿Es malo comer por razones emocionales?
¿Qué es el «comer emocional»?
Probablemente hayas leído o escuchado en algunos lugares expresiones como «comer emocional» o «hambre emocional». Generalmente se utiliza para señalar la peligrosidad de recurrir a la comida para «camuflar» o afrontar estados emocionales desagradables.
Pero, ¿el «comer emocional» significa únicamente eso?, ¿es malo realmente recurrir a la comida cuando sentimos emociones desagradables?
La Psicología como disciplina científica que estudia el comportamiento de las personas tiene mucho que aportar a la comprensión del fenómeno de la alimentación, pues comer no deja de ser un comportamiento como cualquier otro que responde exactamente a las mismas leyes.
Entender nuestra conducta es algo complejo
«La conducta es un tema difícil, no porque sea inaccesible sino porque es extremadamente complejo. Puesto que se trata de un proceso más que de una cosa, no puede ser retenida fácilmente para observarla. Es cambiante, fluida, se disipa, y por esta razón exige del científico grandes dosis de inventiva y energía».
B. F. Skinner
Es por ello que, cuando se os presente una explicación tan simple como «recurrir a la comida cuando estás triste es malo», ponedlo en duda. Nunca es tan sencillo ni tan simple, así que hoy pretendo acercaros un poco a entender por qué.
El acto de comer estará influido por la historia de aprendizaje de la persona, su estilo de personalidad, su relación con el mundo o consigo misma, por su contexto.
Morfología vs. funcionalidad
Cuando analizamos una conducta podemos estudiar su forma o también su función.
Morfología de la conducta: hablamos de su estructura, describimos cómo es, en qué consiste.
Funcionalidad de la conducta: intentamos descubrir qué función cumple esa conducta, qué consecuentes ha tenido. Nos permite comprender cómo se mantienen, extinguen, aumentan, o disminuyen su probabilidad de aparición ciertas respuestas ante cierto estímulo.
Veamos un ejemplo muy simplificado con respecto a un caso específico de conducta alimentaria:
Para que nos entendamos: la conducta puede ser morfológicamente la misma, pero la función o funciones que cumple pueden ser distintas.
¿Es malo comer por razones emocionales?
Desde el momento de nacer, la alimentación tiene un papel fundamental no solo a nivel biológico y de cara a la supervivencia sino también a nivel psicológico, pues supone un vehículo de comunicación afectiva. A través de la alimentación el bebé no solo calma su hambre sino que puede calmar muchas de esas primeras emociones que está comenzando a experimentar.
A lo largo de nuestra vida nuestra conducta alimentaria se desarrolla en distintos contextos y se va a asociando a distintas experiencias emocionales. En ocasiones experiencias emocionales agradables, por ejemplo, esas quedadas sociales organizadas para ir específicamente a vuestro restaurante favorito, o esos cumpleaños en los que tu amiga siempre te cocina tu tarta favorita. En otras ocasiones, desagradables, como cuando te insisten en la cena de Navidad a que continúes comiendo pero piensas que no es sano, que engordarás y que tu pareja te dejará.
El acto de comer en el ser humano va más allá de lo biológico y nutricional; está asociado a experiencias emocionales por lo que, realmente, «siempre» estamos realizando un «comer emocional».
¿Cuándo se vuelve problemático comer por razones emocionales?
Como siempre, se necesita realizar un análisis individual de la conducta para determinar en cada caso qué está resultando problemático y por qué pero, para entendernos, hablaremos del Caso 1 de la imagen.
Como ya hemos visto, la morfología de una conducta como coger un paquete de galletas y comérmelo en la cocina no tiene por qué ser problemática por sí misma.
¿Pero qué pensarías de ese Caso 1 de la imagen en el que la funcionalidad es compensar algunas emociones desagradables?; ¿Qué pensarías si te digo que no es problemática en sí misma tampoco?
Comerse unas galletas con chocolate un día que has llegado triste a casa no es problemático, por eso hay que ir siempre más allá a la hora de catalogar algo como problemático o no problemático: ¿lo haces sólo cuando has suspendido un examen o recurres a la comida cada vez que sientes emociones desagradables?, ¿tienes otros recursos con los que transitar emociones desagradables o careces de ellos?, ¿te ocurre frecuentemente eso de recurrir a las galletas y luego sientes culpa?, ¿llegas a realizar conductas compensatorias como, por ejemplo, luego no cenar?
En este caso, entendemos que sería problemática esa secuencia funcional que se repite una y otra vez en la que ante cualquier emoción desagradable se recurre a comer algo satisfactorio sin darle espacio a esas emociones desagradables y ante las que sientes que no tienes otro recurso para transitarlas.
Por poner otros ejemplos, esto puede derivar en episodios recurrentes de atracón y sensación de descontrol, en la alteración de tu peso y una consecuente insatisfacción corporal, en una emoción de culpa muy intensa, en conductas compensatorias,…
Cuando esto te interfiere en tu día a día, podemos hablar de que resulta problemático o no adaptativo.
Si crees que quieres aprender más sobre ello o sientes que necesitas ayuda en este aspecto, no dudes en contactar con un profesional de la psicología.